El coliseo de Santiago volvió a demostrar por qué es uno de los templos sagrados de este deporte caribeño. Desde temprano se sentía el ambiente de gala: carros de alto perfil, equipos de trabajo alineando jaulas,
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cámaras listas para documentar cada lance y un público que llenó las gradas con la expectativa de ver genética fina y manos de alto nivel. Entre los presentes figuraron nombres que imponen respeto:
Alexandro Vargas, Alexis Castro, José Augusto Izquierdo y Randy Díaz, reconocidos por su consistencia, inversión y resultados dentro del circuito.
La cartelera no fue una más; fue una vitrina de calidad pura. Se vieron ejemplares con cortes precisos
, ofensiva desde el toque y temple en finales largos, lo que dejó claro que no se trató de compromisos improvisadas sino de enfrentamientos estudiados y pensados para dejar un mensaje:
el nivel en Santiago sigue elevándose. Cada persona entró con su sello propio, pero con un mismo objetivo —demostrar dominio en el arma que define a los grandes: la selección.

Alexandro mostró su línea agresiva de salida. Alexis Castro apostó por el ejemplar inteligente que administra aire y golpe.
José Augusto Izquierdo presentó ejemplares con lectura y remate; mientras que Randy Díaz —fiel a su estilo— desató aplausos con una presentación limpia, certera y sin dejar espacio al azar.
Al final, más que quién ganó cada lance, lo que quedó grabado fue el espectáculo: disciplina, inversión y pasión.

El coliseo de Santiago no fue escenario de un evento —fue escenario de una declaración— hoy se corrió este deporte de alto calibre.
