Alberto Betancourt revela el único problema que puede causar los inbreeding

En una reciente intervención que ha corrido de voz en voz entre criadores genetica fina, Alberto Betancourt abordó de manera directa el tema del inbreeding, una práctica que divide opiniones en el mundo de este deporte

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Lejos de demonizarlo, Betancourt fue claro al afirmar que el inbreeding, cuando se realiza con lógica y criterio, no representa un riesgo real para la calidad funcional del ejemplar. Según

sus palabras, el único problema significativo que podría arrastrar esta técnica de cruce cerrado es la disminución en tamaño, es decir, la tendencia a producir ejemplares más pequeños que el promedio.

Betancourt sostuvo que la fijación de cualidades a través del inbreeding —como corte, estilo, inteligencia y fondo— es precisamente lo que ha

permitido consolidar líneas históricas que hoy son referencia. Pero admitió que el costo genético más recurrente es la estatura: “pueden nacer chicos,

más compactos, más recogidos”, enfatizó. Eso sí, aclaró que esa reducción de tamaño no implica automáticamente pérdida de calidad ni disminución de rendimiento

El criador recalcó que el inbreeding mal entendido es el que construye mala fama: repetir sin evaluar defectos, sin refrescar a tiempo o sin

seleccionar con severidad sí puede degradar una línea. Pero el inbreeding bien hecho —con ojo, descarte y propósito— no es un enemigo, sino un instrumento.

Su declaración deja claro algo que muchos confunden: no es el inbreeding lo que daña la es el mal criterio.

Y si hay un efecto real que admitir, Betancourt solo concede uno: la probabilidad de ejemplar más pequeños. Todo lo demás depende del criador.

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