En el mundo del combate y crianza de ejemplares finos, pocos ejemplares han dejado huella como lo hizo El Piraña, el ejemplar padrote de CJ.

Este ejemplar no solo destacó por su fuerza y resistencia, sino también por su capacidad como reproductor, superando ampliamente al famoso ejemplar de Mon Diez, conocido como El Rayo.
El Piraña fue un ejemplar con carácter, buena pluma y una genética excepcional que demostró su valor no solo en el ruedo, sino también en la cría.
Hijo de líneas selectas y de alto rendimiento, El Piraña dejó descendencia que rápidamente comenzó a destacar en distintas regiones del país. Sus hijos, ejemplares bravos, tenían características sobresalientes:
Buena posición, corte rápido, y una resistencia notable. Cada cruce con El Piraña producía animales de gran calidad, convirtiéndose en sinónimo de éxito en las vallas.

Por otro lado, El Rayo, ejemplar padrote de Mon Diez, también tuvo buenos resultados, pero su descendencia no logró mantener un nivel tan parejo y consistente como la de El Piraña.
Algunos hijos de El Rayo destacaron, pero no con la misma frecuencia ni estabilidad genética. Además, las hijas del Piraña también mostraron ser buenas reproductoras, fortaleciendo aún más su legado.
CJ supo valorar a su padrote y trabajó de forma meticulosa en su crianza, garantizando siempre buena alimentación, espacio y cruces estratégicos. El resultado fue una línea de ejemplar altamente competitivos que mantienen el prestigio de su origen.
En conclusión, El Piraña no solo fue un gran ejemplar en la competencia, sino que como padrote dejó una marca imborrable. Su superioridad como reproductor sobre El Rayo es reconocida por criadores que han visto de primera mano la calidad de su descendencia.
En el mundo del combate y crianza de ejemplares finos, pocos ejemplares han dejado huella como lo hizo El Piraña, el ejemplar padrote de CJ. Este ejemplar no solo destacó por su fuerza y resistencia, sino también por su capacidad como reproductor, superando ampliamente al famoso ejemplar de Mon Diez, conocido como El Rayo.
El Piraña fue un ejemplar con carácter, buena pluma y una genética excepcional que demostró su valor no solo en el ruedo, sino también en la cría.
Hijo de líneas selectas y de alto rendimiento, El Piraña dejó descendencia que rápidamente comenzó a destacar en distintas regiones del país. Sus hijos, ejemplares bravos y bien armados, tenían características sobresalientes: buena posición, corte rápido, y una resistencia notable.
Cada cruce con El Piraña producía animales de gran calidad, convirtiéndose en sinónimo de éxito en las vallas.
Por otro lado, El Rayo, ejemplar padrote de Mon Diez, también tuvo buenos resultados, pero su descendencia no logró mantener un nivel tan parejo y consistente como la de El Piraña.
Algunos hijos de El Rayo destacaron, pero no con la misma frecuencia ni estabilidad genética. Además, las hijas del Piraña también mostraron ser buenas reproductoras, fortaleciendo aún más su legado.

CJ supo valorar a su padrote y trabajó de forma meticulosa en su crianza, garantizando siempre buena alimentación, espacio y cruces estratégicos. El resultado fue una línea de ejemplar altamente competitivos que mantienen el prestigio de su origen.
En conclusión, El Piraña no solo fue un gran ejemplar en la competencia, sino que como padrote dejó una marca imborrable. Su superioridad como reproductor sobre El Rayo es reconocida por criadores que han visto de primera mano la calidad de su descendencia.
